periodístico y el primero editorial, la primera conferencia brindada, la
primera escuchada, el primer viaje a Europa.
Esas iniciaciones surgen todas desde un primer impacto donde el sentido
es un abismo. “No entender es el camino inicial de un viaje” (109), dice
Sarlo, y este libro es el “último viaje”. Quizás la autora esté expresando,
secretamente, que no se ha entendido a sí misma, o que este libro es la
búsqueda del entendimiento sobre su ser intelectual. Se trata de un
discurso que se arma y desarma a sí mismo una y otra vez. Por eso, el
oxímoron es una figura retórica que se reitera permanentemente en la
prosa.
Al comenzar la obra, Sarlo clama que se trata de “una especie de
Bourdieu personal, aplicado a mi propia formación” (12). Es un libro que
oficia como estudio de la génesis de una intelectual de los siglos XX y XXI,
y plantea rupturas y continuidades con respecto a su obra anterior. El
periodismo, por ejemplo, requiere seguridad y certeza para postular sus
hipótesis y defenderlas. Acá la autora hace el movimiento opuesto:
mostrar las fisuras, exhibir lo endeble como una fortaleza y como una
necesidad constitutiva. Esto mismo es lo que hace la crítica literaria con
sus objetos de estudio.
Si profundizamos un poco más, encontramos que la dicha génesis tiene
una cuota importante de azar: la formación recibida y construida por la
autora, en parte, surge de acontecimientos fortuitos, de personas que se
topan con ella o que forman parte de su vida por mera cuestión de suerte,
desde su familia hasta sus docentes, pasando por los autores que lee,
especialmente en su infancia.